Continuamos en nuestro viaje al pasado y retrocedemos hasta
la década de los 60.
Década aperturista. La juventud de la época se dejaba llevar
por la novedad del mundo de la cultura pop, el arte y la moda; todo era
desenfado y contemporaneidad. Artistas y diseñadores tuvieron la necesidad y
libertad de expresarse y experimentar con materiales nuevos, como son los
sintéticos y rígidos. El cine deja de tener tanto protagonismo social como
hasta entonces y la música cobra importancia. Surgen grupos como The Beatles y
se crean comunidades hippies en Estados Unidos.
Destaca el movimiento de arte pop, encabezado por Andy
Warhol, icono de dicho movimiento y no conocido solo por sus coloridas obras de
las estrellas del momento, si no por sus impresiones de simples objetos
cotidianos.
En referencia al maquillaje de esta década, conviven dos
tendencias: una que defendía la sofisticación y la otra, la naturalidad de la
mujer.
La piel lucía un tono menos pálido y más saludable, con
rostros aniñados y con aspecto de ninfas que destacaban por sus ojos grandes.
El maquillaje se centra en los ojos maquillándolos
exageradamente, se perfilan con eye-liner por la parte superior e inferior del
ojo, creando una forma redondeada; la banana es muy marcada. Las pestañas eran
muy exageradas, casi siempre postizas y a veces hasta dibujadas. Las cejas son
extremadamente finas, mientras que los labios se maquillan muy suaves y
naturales, adoptando una expresión infantil como de niña-mujer y seductora a la
vez.
A finales de la década se pasa de tonos de sombras oscuras a
colores más claros en toda la gama de colores pastel: rosas, melocotones,
celestes, turquesas, malvas… Los tonos metalizados como bronce, oro y plata
fueron cogiendo cada vez mayor protagonismo. Y el eye-liner cada vez es más
exagerado y se pone de moda marcar la línea inferior en blanco.
Los coloretes, que pasan a llamarse rubores, cambiaron sus
texturas y crearon los rubores en crema, dulces y suaves. El rosa es el color favorito de la mayoría.
El ideal de belleza era una imagen de muñeca, delgada, con
mucho volumen en el pelo, ojos grandes y marcados, y boca jugosa y carnosa.
Las melenas se alargaron, soltaron, cresparon, tiñeron… Se dio
paso a la decoración corporal y a los toques hippies tanto en la indumentaria
como en el cabello. Por otro lado, las ropas se llenaron de colorido y
aparecieron las primeras minifaldas y con ellas regresaron los maquillajes para
piernas.
Respecto al vestuario:
El género femenino empezó a anunciar su independencia de
moda de espíritu libre (que continuaría en las siguientes décadas), adaptando
en su vestuario desde vestidos andróginos, popularizados por la modelo Twiggy,
hasta las sugerentes botas altas que lucía Jane Fonda en Barbarella.
(Jane Fonda en Barbarella)
La inspiración para el diseño de prendas, patrones, de la
época, frecuentemente venía tomada de las obras de arte contemporáneas, a modo
de grandes lienzos llenos de cuadrados o simples figuras geométricas. Uno de
estos patrones derivó en el estilo “op”, diminutivo de “óptico”, referido a las
ilusiones ópticas creadas por las obras de arte y que buscaban reflejarse en
las prendas.
La prenda por excelencia de principios de la década es la
minifalda. Mary Quant fue la encargada de llevar la minifalda al público en
general, con los dobladillos por encima de la rodilla, toda una transgresión
para la época, marcando una tendencia juvenil y divertida.
Otra de las piezas
clave fueron los vestidos cortos de línea A, que similares a la minifalda,
llegaban a mitad del muslo o más arriba. Solían fabricarse de algodón o tela de
lana, y las variaciones que sufrían eran en el largo de sus mangas, yendo desde
musculosas hasta largas y fluidas.
Sumado a este par de prendas iconos de la década,
aparecieron los pantalones cortos, con intención de seguir mostrando más la
pierna, o incluso largos, se buscaba que acentuaran la pierna. Los famosos
pantalones Capri, ajustados y mostrando parte de la pantorrilla causaron
sensación. Éstos se combinaban con blusas de botones o cinturones anchos.
Igualmente cobran fuerza los pantalones de campana, tanto en chicos como en
chicas.
Nacen los zapatos con plataformas.
Mención aparte merece la moda hippie, corriente
contracultural de la década, la cual impuso en la moda la actitud de “todo
vale” en la moda juvenil. La moda unisex, como los vaqueros desgastados y
rotos, junto con camisetas teñidas, compitió con los vestidos femeninos de
grandes estampados florales y diseños psicodélicos. Como accesorios, colgantes
con el símbolo de la paz, del amor, cintas en el pelo, etc., proporcionaron el
complemento perfecto para cualquier estilo.
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