viernes, 13 de junio de 2014

Maquilladores y diseñadores de los años 30

Unos de los maquilladores destacables en la década de los 30 fue la segunda generación de Westmore (Perc, Ern, Morite, Wally, Bud y Frank), todos los hijos de George, que dominó el arte del maquillaje cinematográfico en los años 30 y 40 (el 80% de las películas producidas en Hollywood durante esas décadas tenía el apellido Westmore en sus créditos).

Wally dirigió por varios años el departamento de maquillaje de Paramount, siendo su trabajo más famoso el maquillaje de la película “Dr. Jekyll and Mr. Hyde” (1931). Para lograrlo, Wally utilizó maquillaje de distintos colores de acuerdo a los pasos de la transformación del personaje y luego durante la filmación se utilizaron filtros de color para las cámaras en la misma secuencia de color en la que se hizo el maquillaje.

Bud Westmore, por su parte, fue el director del departamento de maquillaje de Universal durante toda su carrera y tiene entre sus créditos haber creado, junto con un grupo de artistas, el monstruo protagonista de “Creature from the Black Lagoon” (1936), el cual estaba inspirado en la idea de una rana gigante y lo convirtió en una de las criaturas más costosas, se construyó una cola mecánica, se elaboraron garras y se hizo una máscara de látex con lentes amarillos.


Tanto “Creature from the Black Lagoon” como “Dr. Jekyll and Mr. Hyde”, “The Phantom of the Opera” y “The Hunchback of Notre Dame” fueron parte de una serie de filmes producidos por Universal Studios llamada Universal Monsters. Esta serie, realizada entre 1923 y 1960, fue fundamental para que el maquillaje se volviera protagonista en la producción cinematográfica, pues se encargaron de traer a la vida a las icónicas imágenes de personajes como el Hombre lobo y Drácula. Pero el maquillaje de monstruos, aunque el más vistoso, no fue el único que empezó a ser el más y más importante.



Por otro lado, Jack Dawn fue durante muchos años la cabeza del departamento de maquillaje de MGM. Durante su carrera, Dawn se dedicó a experimentar con nuevos materiales y fórmulas con el fin de hacer más creíble el maquillaje sin sacrificar la comodidad del actor. Estos experimentos lo llevaron a crear una nueva resina llamada vinylite, aplicable en la cara de los actores, y con la que logró que los personajes de “The Good Earth” (1937), parecieron chinos aunque fueron interpretados por estadounidenses.


También en la década de los 30 se fundaron varias firmas como:

Revlon, que en 1932 los hermanos Charles y Joseph Revson se asociaron con el químico Charles Lachman y crean la marca Revlon. Los tres fundadores unieron sus recursos y desarrollaron un proceso químico de fabricación único. Usando pigmentos en lugar de colorantes, fabricaron una innovadora laca de uñas que años más tarde se combinará con el mismo tono de barra de labios.

En 1935, la recién nacida marca Lancome lanza una nueva barra de labios llamada “Rose de France”, muy brillante y untuosa, hecha de una fina pasta y perfumada a base de rosas y de escasa perdurabilidad y con tendencia a manchar los dientes.


En 1937, Max Factor lanza “Pan-cake Make-up”, un fondo de maquillaje que revolucionó la técnica del maquillaje cinematográfico ya que era impermeable al agua, inalterable bajo los focos y tenía una cobertura total y un acabado mate. Este producto todavía hoy se comercializa manteniendo su fórmula original.


Referente a los diseñadores, dos de los más destacables de la época fueron Travis Banton y Elsa Schiaparelli.

Travis Banton, nacido en Waco (Texas) desde niño vivió en Nueva York. Estudió arte y diseño en la Universidad de Columbia, y empezó diseñando para la alta costura, pero la fama le llegó cuando la actriz de la época Mary Pickford eligió uno de sus modelos para el día de su boda.

En 1924 se trasladó a Hollywood para colaborar con la Paramount. En esos años, Hollywood cuidaba el vestuario de sus estrellas, dentro y fuera de los platós. Todo el mundo lucía perfecto, hasta los extras. Se usaban telas suntuosas, pieles, lentejuelas, adornos, y se invertía mucho dinero en el vestuario de los filmes.
Durante los años 20 fue vistiendo a distintas actrices de la época como Norma Talmadge (primera actriz que grabó sus huellas en el Paseo de la Fama), Clara Bow o Pola Negri.

En esta época, Cecil B. de Mille le contrató para una versión sonora de Cleopatra, donde creó un vestuario de telas exquisito, repleto de piedras, cuernos, águilas y plumas.
Vestiría también a actrices como Betty Gable, Mae West, Carole Lombard, pero su preferida sería Marlene Dietrich.


Banton diseñó para ella tocados imposibles, sombreros, camisones de numerosas capas, plumas, perlas, marabú, trajes sastre y sombreros de copa, incluso llegando a disfrazarla de gorila en la Venus Rubia.

Eran legendarias las sesiones de vestuario con Marlene, el diseñador podía estar horas probando un vestido, haciendo cambios, supervisando los remates, así es como conseguí esa imagen arrebatadora de la actriz.

Ella y Banton mantuvieron una amistad que solo rompió la muerte del diseñador.

 



Banton, al igual que otros diseñadores de Hollywood, perfeccionó un estilo original, favorecedor y muy fotogénico.
Tras dejar la Paramount, colaboró con 20th Century Fox y posteriormente con Universal Studios. Trabajó para más de doscientas producciones en Hollywood, siendo la última Aunti mame, muriendo ese mismo año (1958).

  


Elsa Schiaparelli: 

Nacida en Roma en 1890, de familia aristocrática y culta, sus surrealistas creaciones compitieron con las de la misma Coco Chanel, la cual hablaba de ella con tono despectivo en los círculos de la época.

Tras vivir en Londres, se embarcó a Estados Unidos, donde vivió en Chicago y Nueva York, en esta última se introdujo en el círculo de los dadaístas, y fue el modista Paul Poiret quien se fijó en ella, definiéndola como estilosa, imaginativa y sobre todo audaz, decidiendo vestirla gratis para la agitada vida social que empezaba a desarrollar.

Su primera colección se lanzó en 1927, compuesta por jerseys, faldas y vestidos de punto tricotado. Las prendas estaban elaboradas con varias madejas que llevaban camafeos de punto e hilos de metal aplicados, con motivos geométricos y efectos de trampantojo. En ese momento Vogue eligió uno jersey blanco y negro con una gran lazada en trampantojo para publicarlo como obra maestra. Va naciendo el estilo Schiaparelli.


Es de las primeras en utilizar tejidos experimentales: seda y lana recauchutadas, cuero barnizado, plástico, celofán y cremalleras decorativas, cosas que nadie entiende.

Alcanza la gloria en los años 30, su empresa no para de crecer, y su modo de mezclar la moda con el arte es algo nunca visto, revolucionario, que fascina a una sociedad sumida en la incertidumbre económica y política tras el crack del 29.

                                    
Sus modelos se consideraron atrevidos y sorprendentes para los cánones de su época; en muchos de ellos incluía elementos extravagantes, como sombreros en forma de zapato o estampados figurando langostas; obtuvo mucha inspiración del movimiento surrealista, tratando con artistas como Jean Cocteau y especialmente, Salvador Dalí, con quien colaboró en varios proyectos y cuya iconografía onírica adaptó a sus modelos.

Además de vestidos, también se dedicó a la creación de perfumes y complementos, con gran éxito; para sus perfumes diseñaba botellas con formas novedosas, como maniquíes (inspirado uno de ellos en las medidas reales de la actriz Mae West, una de sus clientas habituales), palmatorias, botellas de vino.


Sus diseños, caracterizados por el desenfado, la modernidad y el atrevido colorido (su color favorito era el rosa fucsia, al que ella llamaba "shocking") la convirtieron en una de las figuras legendarias de la historia de la moda






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