jueves, 3 de julio de 2014

Los años 20



Llegamos a nuestra etapa final en el recorrido por la historia del maquillaje y vestuario del siglo XX con los años 20.


Los años 20 están influenciados principalmente por los cambios sociales, la liberación de la mujer, que en 1920 instaura el voto femenino en Estados Unidos, participando por primera vez de forma activa en las decisiones políticas.


Fue una época de cambios para la mujer, que empieza a liberarse, deja de estar siempre en casa y empieza a trabajar también fuera de casa. Esto conlleva una gran independencia para las féminas de la época, que se deja ver incluso en los cortes de cabello y su indumentaria. La rebelión marcada por el fin de la Guerra, la diversión, la vida nocturna, la extravagancia y la sofisticación, marcan la década, hasta la Gran Depresión, el crack de 1929.



Las actrices de cine pasan a ser referentes de belleza de la mujer de los años 20. Se convierten en auténticos iconos. El cine mudo, sus maquillajes y expresiones eran especialmente dramáticos para que resultasen visibles y expresivos a través de la pantalla.



Clara Bow


Socialmente, los años 20 fueron los años “felices”, “años locos”. La música invitaba a la fiesta y la diversión, se popularizó el Jazz, que se asociaba con todo lo sofisticado, moderno y decadente, se hacían grandes bailes de charlestón y fox-trot.




Se pone de moda el corte de pelo a lo “Garson” (por primera vez se lleva el pelo corto en la mujer).


Louise Brooks
 
El ideal de belleza en el maquillaje eran ojos oscuros, pieles blancas, boca pequeña y oscura, en tono granate o roja y recortada de las comisuras como en forma de corazón. Cejas caídas y arqueadas. En general era una imagen recargada, oscura y teatral de formas redondeadas.


La moda femenina cambió absolutamente en las formas y estructuras, se buscaba una figura unisex que permitieses equipararse con el hombre, por lo que se masculiniza el look con vestidos holgados de talle bajo, sin marcar las formas de la mujer, como la cadera y los pechos. Ya en la década anterior el corsé había empezado a desaparecer, para ir dejando paso a una comodidad cada vez mayor de la mujer. A pesar de todo, era una ropa muy colorista.


La sencillez de los vestidos de día está orientada a una funcionalidad para el trabajo, con cortes rectos y tejidos resistentes como el punto, por ejemplo.


Pero esto es contrarrestado con la moda para la noche. Es un absoluto espectáculo de lujo y expresión: vestidos brillantes con lentejuelas y bordados, pieles, flecos y plumas. Una sofisticación exagerada, cargada de complementos como las boas, capas, tocados, y algunos masculinos también como son el bastón, monóculo y las largas boquillas. Aparece la figura de las flappers, aquellas chicas que las gusta fumar en público.



La mujer de esta época es moderna, disfruta de su reciente emancipación e intenta demostrarlo visualmente mediante su apariencia, que adopta toques masculinos.


Se hace muy habitual el uso de turbantes, bandas, boinas y sombreros. 


Los zapatos están pensados para ser prácticos y bailar con comodidad la música de la época, el charlestón y el jazz en los clubes nocturnos. El tacón no es muy alto y el empeine está sujeto por medio de hebillas, pulseras al tobillo, cinta o sujeción en T. Se populariza el uso de las medias de seda, ya que en este nuevo look las piernas adquieren gran importancia. 


Los bolsos, pequeños y recargados clutches y bomboneras.


 


 

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