viernes, 9 de mayo de 2014

Maquilladores y diseñadores de los años 40

Una de las marcas que hoy en día tienen mucho éxito y se creó en los años 40, fue Estée Lauder.

Estée Lauder era apenas una adolescente cuando se preocupaba por el cuidado de sus manos y su piel.
Con recetas caseras y ayuda de su tío farmacéutico aprendió los principios activos básicos de las formulaciones e ingredientes de las cremas para el cuidado de la piel. Dedicó dos décadas a perfeccionar sus lociones y a probarlas con amigos y familiares.
Empezó a venderlas de puerta a puerta y Estée innovó e introdujo las demostraciones y las muestras gratis.
En 1946, Estée y su marido Joseph Lauder, crearon la marca Estée Lauder y empezaron a vender en Nueva York las fórmulas cosméticas que creaban en su casa. Inicialmente sólo vendían cuatro productos, y dos años más tarde comenzaron a vender en los exclusivos almacenes Saks, en la Quinta Avenida de la Gran Manzana.
Así, Estée Lauder, llego a montar una de las mayores empresas de cosmética del mundo.

Un maquillador muy destacado en la década de los 40 fue Allan “Whitey” Snyder, quien fue el maquillador personal de Marilyn Monroe.

Acompañó a Marilyn en su carrera desde el inicio hasta su muerte, con quien desarrolló un estilo de maquillaje muy particular y lleno de secretos. Desarrolló un maquillaje que incluía cremas humectantes como Nivea o incluso aceite de oliva.

Fue el maquillador que creó el que probablemente sea el look más emblemático de todos los tiempos, el de Marilyn Monroe. 
Whitey, como le llamaban, fue un reconocido maquillador de Hollywood. Tuvo una larga y exitosa carrera como maquillador de cine, que despegó en 1948 en la película “Los Muros de Jericó”.

Fue además el maquillador de Marilyn a lo lardo de toda su carrera: desde su primera prueba para “Twentieth Century Fox” en 1946 hasta su funeral en 1962.

La pareja desarrolló una relación muy estrecha a lo largo de los años. Tanto es así que poco antes de su muerte, Monroe le pidió a Snyder que en el caso de morir antes que él, la maquillara para su funeral, y así lo hizo.

Para Marilyn, Allan Snyder creó un look jugoso, muy iluminado (Marilyn no salía de casa sin una capa de vaselina o crema Nivea como base de maquillaje). Tenía muy claro que la belleza equivalía a juventud y la juventud sólo se conseguía con un cutis jugoso e hidratado a veces casi brillante.
Otro de los puntos clave del maquillaje de Marilyn eran los contornos. Snyder se centró mucho en estudiar su estructura ósea para resaltar al máximo sus pómulos y redibujar su nariz para hacerla aún más estrecha.

Las pestañas de Marilyn, siempre parecían grandes y pesadas que provocaban una sombra seductora debajo del ojo. Esa “sombra” fue en realidad obra de Allan Snyder, otra de sus señas de identidad, al igual que la fórmula a base de ceras de los labiales y brillos que Snyder creó para conseguir los increíbles labios de Marilyn.
Whitey fue nominado dos veces a los premios Emmy de maquillaje por un trabajo en el telefilm “Marilyn: la historia jamás contada” (1978) y por “La casa de la pradera” (1981).

Respecto a los diseñadores destacables de la época, uno de los principales fue Pierre Balmain.

Nacido en 1914 en Francia, sus creaciones se distinguían por ser diferentes a las demás. Diseñó diferentes tipos de moda, desde los pantalones “pirata” hasta elegantísimos trajes de cóctel y sugerentes trajes de noche.

Una de sus creaciones más famosa es la “blusa maniquí”, confeccionada en algodón blanco, con mangas de volantes y bordados; a parte, los colores luminosos y estampados alegres se convirtieron en el distintivo de la marca. 

En 1945 presentó su primera colección en Paris, caracterizada por faldas largas y acampanadas de cintura estrecha (conocidas más adelante como el New Look de Dior). Estos diseños constituyeron las piezas más impactantes de su colección.

Famoso por su sofisticación y elegancia, los diseños de Balmain no solo se quedaron y gustaron en Europa, si no que, en los años 50, abrió tiendas en Estados unidos también, comenzando su andadura por allí, con prendas prêt a porter, triunfando tanto como en Europa. Con estas prendas demuestra su habilidad para simplificar, tanto trajes a medida como vestidos de gala, con líneas flexibles. Afianza entonces los rasgos que rápidamente definieron su estilo: bordados en oro, bronce y perlas, sombras pastel. Rasgos que todavía hoy definen las colecciones de la firma. 


Trabajó no solo para la moda, sino también en teatro y cine, vistiendo a divas de la época como Mae West o Joshepine Baker.

Además de sus sofisticados diseños, se lanzó, en 1946, a la producción de perfumes, apareciendo en este mismo año, el perfume Ely 64-83, dedicado a su madre.

Aunque conocido por su sofisticación y elegancia, y por ser el creador del estilo Jolie Madame, siempre estuvo inspirado en el ideal de la belleza clásica.

Otro maestro de la alta costura reseñable de la época, y de todas las venideras, fue Christian Dior.
Nacido en Francia en 1905, y fallecido en Italia en 1957, revolucionó la moda de post guerra de los años 40. Lanzó el llamado “New Look”, que trataba de una moda femenina en todos los aspectos, ostentosa y que destacaba las curvas, además de elegante.

En 1946, respaldado por un magnate textil de la época (Marcel Boussac, llamado el “rey del algodón”), consiguió establecer una casa de costura en Paris.

Pero es especialmente en 1947, con el llamado New Look, sobrenombre dado por la editora de Vogue, Gertrude Stein, cuando comienza a ser especialmente conocido Dior.
Su New Look consistía en un estilo de costura para mujer, que propone hombros torneados, cintura fina y la falda muy amplia en forma de corola a 20 centímetros del suelo.

Representa la elegancia clásica y la vuelta de una imagen femenina, suponiendo la recuperación del lujo y el exceso tras la depresión de la Segunda Guerra Mundial.
Desterró los conjuntos uniformados que se llevaban hasta el momento, a la vez que, convirtió a las mujeres que vestía, en símbolos de femineidad. Recuperó la elegancia clásica, reinterpretándola y adaptándola con las prendas que ya existían.






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